lunes, 4 de marzo de 2013

La Violencia, adiccion contagiosa.

“La violencia, adicción contagios Luisa María Franco”

 
He oído tantas teorías de la violencia a la mujer, que a veces hasta pena siento, porque esos comentarios en su mayoría vienen de mujeres que a su vez casi siempre son víctimas de la violencia. Sin embargo, se la pasan juzgando y hablando mal de esas mujeres, porque de esa manera esconden su verdadera identidad.
Hoy quiero hacerles un llamado especial a todas aquellas personas que hablan sin saber lo que se siente, hablan sin tener idea de qué significa tener miedo por su vida o por la de  los seres queridos. Desafortunadamente por personas así es que esta sociedad no apoya lo que realmente debiera apoyarse: la lucha contra  la violencia sobre la mujer. Nadie quiere ser abusada, nadie quiere ser violada, ninguna mujer quiere ser humillada, perseguida, mutilada, mejor digo, ningún ser humano, porque hasta a los animales les gusta el cariño y las buenas atenciones.
Pero además de todo esto hay algo más fuerte aún con lo que ninguna de estas personas cuentan: la triste realidad de que la violencia no discrimina, no tiene nombres, apellidos, títulos universitarios; y castiga tanto a personas preparadas  como a analfabetos. La violencia doméstica  o cualquier violencia existe por muchos factores, desde sociales, genéticos, psiquiátricos, medios televisivos  o, como digo yo, porque tienen mala sangre; lo cierto es que existe y la están viviendo hasta  los niños. Hasta los dibujos animados están llenos de violencia; todo influye en la mente de cualquier persona, imagínense cómo será cuando penetra en la conciencia en formación  de un niño. De hecho aprendemos por repetición.
Hay muchas personas que culpan a la clase social, al sector étnico, origen o color, pero  nadie tiene la verdad absoluta. Solo aquellas personas que han vivido la violencia doméstica y hoy son sobrevivientes, pueden saber cómo piensa y siente un abusador.  Ir conociendo su sicología,  es la mejor forma de  preparar el terreno para escapar, con tacto y cuidado. Personalmente no recomiendo actitudes que respondan a su vez con violencia (como la planteada en la película “Enough—I'm Your Wife!”, con  Jennifer López),  porque violencia engendra violencia,  aunque  en la mayoría de los casos de violencia contra la mujer, cuando  ella  ha tomado un papel más fuerte, agresivo y demandante,  el abusador no ha tenido más remedio  que ceder. Sin embargo,  creo que vale la defensa, que es justo defenderse, que tenemos derecho a decidir qué queremos o no en nuestras vidas.
Lo triste de todo esto es que en muchos casos, para no decir la mayoría, tienes que cambiar tu personalidad, tienes que hacer cosas que no creías capaz de hacer o tener que hacer, pero es tu vida y para salvar la vida es válida cualquier cosa.
Una de las  razones por las que se dice  que el abuso es repetitivo (o  como he oído decir, siguen los mismos pasos de la madre o siguen los mismos pasos del padre), es porque vienen de hogares donde hubo violencia desde que nacieron. Pero señores, no es cierto. Los seres humanos somos únicos. Dios nos creó con libre albedrío es por eso que somos los dueños de nuestro propio camino, de nuestra vida, de nuestras decisiones.  Hay muchos hijos que han vivido en la violencia entre sus padres y hoy son personas emocionalmente estables, con carácter, y con valores. Jamás debemos repetir un acto de violencia contra nadie.
También sucede todo lo opuesto, hay mujeres que llevan veinte o treinta años viviendo con el abusador y siguen allí. Algunas veces da risa porque cuando le preguntas ¿pero, por qué sigues aguantando?, responden: ¡Porque lo amo!  Qué cosa, nunca he podido entender cuando justifican el maltrato  diciendo que están enamoradas o que todos sus errores los justifican con eso de que “lo amo”.
¿Cómo tú puedes querer a otra persona que no nació de ti? No naciste de ella, no tienes nada genético con ella y sin embargo quieres más a un extraño que a tu propia sangre. No entiendo.
La violencia puede llegar a crear hábitos en las personas, lo mismo de un abusador como de la abusada. En algunos casos el miedo a tener que enfrentarse a la vida, el no tener  la suficiente fuerza, convicción o amor propio, o tener respeto por ellas mismas, las convierte a mujeres  esclavas de estos abusadores,  pero más aún de ellas mismas.  No quiere decir que porque una mujer sea independiente financieramente hablando, no pueda ser una dependiente  emocional o sexual,  a tener tan poca autoestima que como único se siente bien es teniendo un hombre a su lado. Casi siempre estas mujeres llegan a perder su propia personalidad y a su  familia, todo por esta persona a quien creen amar y, que quizás realmente amen, pero poniéndose ellas en un segundo lugar  lo cual las ubica como una presa fácil para el hambriento abusador.  Estas mujeres serán fáciles de manipular y el abusador tendrá libre el camino para empezar a atacar por lo más cercano que es la separación de su familia.
libertad
Cuando esto sucede no pierdas tu tiempo dando consejos, ni dando avisos, no lo hagas porque estás perdiendo tu tiempo. Estas mujeres son eso: débiles mujeres separadas de sus parientes. El cuadro se complica cuando la mujer no tiene hijos y peor cuando mantienen la relación por necesidad de sexo porque solamente los hombres son su debilidad. Estas son las mujeres esclavas del sexo. Y siempre la pasaran en la búsqueda del placer sin límite alguno. Lo triste es que en la mayoría de los casos ellas terminan solas, abandonas por la familia, por los amigos, porque pusieron el placer por arriba de los valores, y sobre todo, de los únicos verdaderos amigos  que jamás traicionan: Los padres.
Cuando vayas a comentar de la violencia oye primero a las sobrevivientes, ellas tuvieron el valor, la fuerza moral y psicológica para gritar ¡NO MÁS! En lugar de juzgar, ayuda a mejorar esta sociedad, ayuda a crear personas de bien, libres de la violencia doméstica. Coopera con la sociedad para crear servicios de protección a la mujer y sus familias, para que cuando decidan unirse sanamente  a la comunidad, puedan hacerlo con el menor riesgo posible.
Recupera tu auto estima, no te sientas nunca por debajo de ninguna persona,  por el simple hecho de haber escogido la persona equivocada, eso no significa que tú seas mala persona,  él se vendió como una manzana buena por fuera que estaba dañada por dentro.
Si has vivido años siendo humillada,  maltratada, manipulada hoy puedes levantarte y empezar una nueva vida.
Por Luisa María Franco, autora del libro "Mujer, de ti depende"
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