CONCIENCIA
Una gran nostalgia siente Juana en su corazón cansado,
aquella mujer fuerte, luchadora incansable, quien noches y días enteros atrasó
su descanso, y se olvidó de vivir su propia vida, todo por su familia, para
darle lo que ella no tuvo, sin olvidar jamás el cariño, las atenciones
emocionales y su apoyo incondicional.
De aquella mujer ya no quedaba más que un cabello
completamente blanco, su rostro envejecido, un cuerpo cansado, necesitando
ayuda para hacer sus propias necesidades y su mirada triste que aún brillan con
un rayito de esperanza.
Sentada en aquel apartamento sola y triste. Su mente
perdida apenas sin recuerdos, solo queda el brillo sutil de su mirada cansada,
pero allí estaban aquellos ojos que habían visto por más de 80 años.
Juana sentada en su rincón, a veces brotan lágrimas de
sus ojos y nadie lo sabe, nadie está allí para secar aquellas lágrimas, para
decirle una palabra de amor, o compasión a ella que había secado muchas
lágrimas, quien abrazó con amor y veló sus sueños.
Y donde están aquellos que tanto le deben. ¡Viviendo
su vida! Ya Juana no importa, ahora es un estorbo, ahora desespera cuando
divaga, cuando cuenta la misma historia
una y otra vez, cuando insiste que se le ha perdido algo y es que no
recuerda dónde lo guardó, o cuando inventa historias fantásticas. ¿Dónde están
aquellos que dijeron amarla? ¿Dónde están aquellos que hoy disfrutan de los
frutos de sus sacrificios?
Y Juana llora, llora y nadie está. Ella está en su
mundo; el mundo que ha escogido en su inconsciencia, nadie tiene paciencia ni
conciencia, nadie pregunta porque llora Juana. Nadie sabe que Juana llora,
porque no están, porque se les ha olvidado aquella mujer que mientras dio, era
importante. Cuando ayudaba, cuando era independiente y sus dolores sanaban,
todos están en su mundo sin importarles ni acordarse de que Juana fue el
cimiento de lo que hoy son o tienen, que gracias a ella no murieron de hambre o
frío.
¡Qué triste cómo hay juanas en este mundo abandonas! Y
a quién le importa, no la recuerdan, no la visitan, no le llevan a sus nietos
tal vez el Día de las Madres, una vez al año le llevan flores, si es que su
vida se los permite, es triste llegar a ser otra Juana.
Hoy su corazón está débil y un día quedara dormida sin
volver a despertar y, ¿quién extrañará a Juana?, si cuando vivía no la
extrañaban, ni cuidaban, para qué extrañar o llorar cuando Juana ya no está,
para qué comprarle flores si sus ojos no lo verán, para qué llorar entonces si
en vida tú no estás.
Aquellos que tienen conciencia, nunca deben de olvidar
que tarde o temprano llegarán a ser al igual que Juana.
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